Wharfedale es una de esas marcas legendarias cuyos orígenes se confunden con los de la reproducción doméstica de alta calidad. Fue en 1932 cuando Gilbert Briggs construyó su primera caja acústica en la bodega de su casa, situada en una pequeña localidad comercial de la zona de Yorkshire. En 1933, Mr. Briggs montó una pequeña fábrica cerca de Brandford para construir allí los altavoces de su nueva caja acústica. En aquel entonces, la radio era una tecnología de lo más excitante y la existencia de la nueva fábrica de transductores se difundió rápidamente.
La demanda creció como la espuma, hasta el punto de que era la esposa de Gibert Briggs, Doris Edna Briggs, el departamento de producción propiamente dicho, pasando muchas noches soldando cables y devanando bobinas. Ese mismo año, Mr. Briggs participó en el concurso anual de la Bradford Radio Society ganando las dos primeras posiciones, lo que le valió el primer gran pedido para su flamante empresa. A partir de ahí, la Wharfedale Wireless Works nunca más miró hacia atrás, reforzando su posición y expandiéndose hasta el estallido de la segunda Guerra Mundial.
Durante la segunda mitad de la guerra, la Wharfedale Wireless Works recibió el encargo de fabricar transformadores para Marconi, construyendo -¡con un equipo de sólo 20 personas!- un total de 40.000 unidades hasta el final del conflicto. En 1945, Wharfedale descubrió que la superioridad de su tecnología la situaba en una posición inmejorable para para atender la demanda procedente de EE.UU. de componentes de audio de calidad superior, lo que le llevó a desarrollar su primer sistema de altavoces de dos vías. Un sistema que en cierto modo podría considerarse el prototipo de la primera caja acústica moderna, pese a que parecería extraña para los estándares actuales, al incorporar un tweeter de 10” (254 mm) y un filtro divisor de frecuencias que necesitaba dos personas para ser levantado. Aún así, el nuevo diseño estableció el estándar a seguir para toda la industria del audio.
El compromiso de Gilbert Briggs con la reproducción sonora de alta calidad dio un paso cualitativo con la publicación del libro “Loudspeakers. The Why and How of Good Reproduction”, cuya primera edición fue tan bien recibida en los dos lados del Atlántico que se agotó en menos de cinco meses. Después vinieron numerosas reimpresiones, hasta el punto de que durante los trece años en los que Gilbert Briggs estuvo escribiendo textos sobre su pasión, recibió unas 10.000 cartas generadas por los mismos.
Una década excitante para Wharfedale en la que Mr. Briggs inició una ambiciosa colaboración con un buen amigo y colega que además era otra leyenda del audio: Peter Walker, fundador de QUAD. Con QUAD suministrando la amplificación y Wharfdale los sistemas de altavoces, ambas personalidades se embarcaron en una serie de conciertos pioneros en los que los espectadores eran invitados –y además en lugares tan prestigiosos como el Royal Festival Hall de Londres y el Carnegie Hall de Nueva York- a experimentar en directo la diferencia entre música en directo y música grabada.
A finales de la década, Wharfedale continuó creciendo a la vez que expandiendo su propuesta, incorporando a la misma sintonizadores, amplificadores e incluso giradiscos. En paralelo, la firma británica consolidaba su liderazgo tecnológico con la introducción, a principios de la década de los 60’, de innovaciones tan significativas como el uso de imanes de cerámica en altavoces.
Los años 70’ vieron la salida al mercado de cajas acústicas tan legendarios como la Denton y la Linton, mientras que en la década siguiente Wharfedale dio un paso más en su conocimiento de la física que hay detrás de la tecnología de los altavoces, con la adquisición de uno de los primeros equipos de exploración holográfica por láser utilizados en la industria del audio. Así, en 1981 vio la luz la primera generación de la celebrada gama Diamond, mientras que en 1988 Wharfedale entró en el competitivo y exigente mercado del audio profesional. En el año 2001, la firma británica pasó a formar parte del potente International Audio Group (IAG), al que pertenecen también otros nombres míticos del sonido más genuinamente británico como QUAD, Audiolab y LEAK y que ha permitido a la marca fundada por Gilbert Briggs mantener su posición preeminente en el mercado gracias a una muy completa gama de cajas acústicas que combinan magistralmente diseño, tecnología, musicalidad y precio.